lunes, 2 de marzo de 2020

Sesión Extraordinaria del día 28 de junio de 1877

En la Villa de Lanestosa á veinte y ocho de Junio de mil ochocientos setenta y siete reunido su Ayuntamiento bajo la presidencia del Sr. Alcalde Don Santiago Matute, este hizo presente que en vista de lo que dispone el párrafo 4.º del artículo 5.º de la ley de veinte y uno de Julio de mil ochocientos setenta y seis, y artículo 10 del Real Decreto de cinco de Mayo último, creía que esta Villa de hallaba dentro de citadas proposiciones y en su consecuencia se acordó por unanimidad elevar una exposición al Exmo. Señor Ministro de Hacienda, por conducto del Señor Gobernador Civil de esta provincia, la que copiada literalmente dice así:

Exmo. Sr. Ministro de Hacienda: El Ayuntamiento de la Villa de Lanestosa, partido de Valmaseda, Provincia de Vizcaya á V. E. respetuosamente expone: Que por el artículo quinto párrafo cuarto de la ley de veinte y uno de Julio último, se dispuso que las poblaciones de las Provincias Vascongadas que acreditasen su leal comportamiento y sacrificios sufridos por su adhesión á la causa legítima quedaban exentas del pago de impuestos durante los diez primeros años, comprendiendo los deberes que todo Ayuntamiento tiene por velar y defender los derechos de sus administrados, y teniendo por convicción completa de que esta Villa es una de las poblaciones de esta Provincia que más sacrificios ha sufrido por su opinión eminentemente liberal y por los servicios prestados en diferentes ocasiones al legítimo Gobierno según la breve relación de hechos que exponemos, tiene la confianza esta corporación de probar evidentemente que esta Villa está comprendida en la exención marcada en el expresado artículo quinto párrafo cuarto de la citada ley.

Esta población no ha tenido en las filas de Don Carlos ningún individuo de la clase de voluntarios, y á pesar de las amenazas lanzadas contra ella, hasta de venir á incendiarla, si no se incorporaban á aquellas los mozos comprendidos en su alistamiento, todos se resistieron extremadamente y se ausentaron ellos y sus padres, prefiriendo sufrir las penalidades consiguientes á una vida errante faltos de toda clase de recursos. Pero como era tan tenaz la persecución que hacían á los parientes de los expresados mozos, y no era posible que todos aquellos se ausentasen, hubo ocasión de sorprender á varias personas de las más allegadas á ellos, teniéndolas en clase de rehenes, y haciéndolas sufrir extremadamente mientras no se presentasen aquellos. Al fin el sentimiento natural tuvo que ceder al sentimiento político, pero solo en tres mozos de los ocho o nueve que había comprendidos. Esto fue lo que sucedió en la clase jornalera que por falta de recursos, no podía constantemente estar ausente de esta Villa.

Había además entre los alistados, dos individuos, cuyas familias aunque vivían en esta población, se ausentaron con el objeto principal de evitar el Servicio de ellos, pero como tenían aquí sus propiedades, viendo los carlistas que sus amenazas no surtían el fin que se prometían, recurrieron al extremo de recoger las llaves de sus casas y conminarles con que si en los ocho primeros días no se les presentaban ó entregaban en su defecto la cantidad que tenían asignada, procederían sin más aviso, á disponer de sus ajuares y arruinar completamente sus casas, como ya lo habían practicado en otros puntos. Vana amenaza, pues si la clase jornalera y labriega resistió hasta el último extremo, éstos que contaban con una posición desahogada se resignaron á todo, antes que presentarse, y antes que entregar ni un céntimo.

Los Sres. mozos citados, únicos que de esta Villa, como se deja expresado, fueron llevados del modo más forzoso, y violento á servir en las filas carlistas, no permanecieron en ellas más que el tiempo necesario para aprovechar la primera ocasión para su evasión, pues todos fueron regresando á sus casas presentándose á indulto que al momento les fué concedido á principios de mil ochocientos setenta y cuatro, y por consiguiente mucho tiempo antes que se anunciase la alocución que S. M. tuvo á bien dirigir á las Provincias ocupadas por los carlistas, según se expresa en el Estado que pasó el Ayuntamiento de esta Villa al Sor. Comandante General de la Provincia. Después de aquella determinación tuvieron tanto los mozos como sus padres, que andan ocultos, y algunos con sus familias, emigraron de ésta, para evitar la tenaz persecución que se les hacía.

Público y notorio es, que las personas de ésta población que contaban con algunos recursos se ausentaron; y las que no podían, tenían que huir al tener noticia de la aproximación del enemigo; y no contribuyó poco ésta determinación á la ojeriza con que los Carlistas miraban á este pueblo, pues siempre que podían le hacían victoria de sus iras, especialmente después que por las Tropas del Gobierno fueron muertos cuatro de sus llamados aduaneros, y cogidos varios de ellos.

Además, esta Villa, no obstante no haber tenido guarnición, se negó á contribuir con toda clase de recursos á la causa Carlista año y medio antes que los demás pueblos de Vizcaya, (con excepción solo de los muy contados defendidos por las Tropas del Gobierno) y concitando con esto más y más los ánimos contra ella, fué sorprendida en alguna ocasión y llevados en rehenes algunos individuos que providencialmente fueron salvados, haciendo huir á sus perseguidores, si bien con riesgo de haber sido aquellos víctimas.

Entre los varios encuentros que hubo entre las Tropas del Gobierno y los Carlistas en esta misma población, merece consignarse lo que aconteció en uno de ellos, en fin de Julio de mil ochocientos setenta y cinco, porque demuestra no tan solo la confianza que inspiraba al Ejercito esta Villa, sino también el ánimo tan esforzado de que dió pruebas una buena parte de este vecindario. Imposibilitado de poderse incorporar a su columna por el efecto de la densa niebla que había en estas alturas, una pequeña fuerza de infantería del Batallón Reserva de Palencia al mando de un Alférez, no tuvo otro recurso, para evitar las consecuencias de una sorpresa que con fundamento se tenía que venir á refugiarse á esta Villa, mas apenas había llegado aá sus alojamientos, cuando apareció de repente una importante fuerza enemiga que favorecida por las nieblas se había aproximado sin ser vista por este pueblo. Desde el momento que el vecindario se apercibió del tiroteo, no pudo permanecer impasible, sino que varios grupos de mismo pueblo con su Alcalde á la cabeza se dirigieron á las casas en que estaban alojados, animándoles con su presencia y ejemplo en la defensa, y contribuyendo con riesgo evidente de sus personas, no tan solo á rehacer el ánimo de los soldados, sino rechazando á los contrarios que al ver la actitud del pueblo, vió frustrado su plan de copar á tan exigua fuerza, y de satisfacer sus rencores contra estos habitantes.

Tampoco debe pasar desapercibido lo que aconteció al paso por esta Villa, en que pernoctó, el Ejercito del Norte al mando del Exmo. Sr. General Moriones, que previendo encontrar cortados algunos pasos difíciles que hay en el Puerto de los Tornos, se le proveyó por este Ayuntamiento, no obstante los pocos elementos con que contaba de tablones, herramientas y los demás útiles necesarios para habilitar el paso de algún puente a las cortaduras que podía haber efectuado el enemigo; y siendo tan numeroso el convoy que llevaba, salieron los últimos carros, sin ninguna escolta conducidos por vecinos de esta Villa, los que al notar que los Carlistas se habían interpuesto entre ellos y la retaguardia del Ejercito, se empeñaron en salvarlos á todo trance aún con riesgo de sus personas é intereses; empeño que se vió coronado con el éxito más completo por la atrevida resolución que tomaron, que fue retroceder violentamente á esta Villa, y regresarlos hasta Laredo que dista cinco leguas transitando por país dominado en su mayor parte por el enemigo, y aun pasando algunos trayectos á presencia de los mismos Carlistas á quienes desorientaron con tan ingeniosa contramarcha habiendo recibido por tan honrado cuanto atrevido proceder los plácemes más satisfactorios de el Ayuntamiento de esta Villa, que tanto se interesó también en el buen éxito y del Jefe á quien hicieron entrega en Laredo.

No quisiéramos enumerar algunas otras circunstancias que podrían también contribuir á justificar nuestra pretensión, pero no podemos pasar por alto un hecho que por lo significativo y patriótico acabará de evidenciar el espíritu tan liberal de este pueblo, y de lo dispuesto que siempre ha estado á sacrificarse en pro á la causa legítima; y es que en medio de la penuria que constantemente le ha afligido, tuvo este Ayuntamiento el desprendimiento de contribuir del modo más voluntario y espontáneo con dos mil reales en clase de donativo para las obras de fortificación de Ramales, sin temer las consecuencias que tenía que experimentar esta población por excitar de este modo más y más las iras de los defensores de Don Carlos.

Estos hechos son públicos, como públicos han sido también los sacrificios que ha hecho este pueblo en beneficio de La Nación, contribuyendo con una cantidad tan importante al racionamiento de las tropas, que no habrá otro en Vizcaya que haya satisfecho ni la mitad con relación á su vecindario, según los Bonos ó comprobantes remitidos á la Ilustrísima Diputación sin que hasta el día se haya abonado nada.

Empero tantos y tantos sacrificios, tenían indispensablemente que producir sus naturales efectos pues contando esta Villa solo sobre cien vecinos sin ningún recurso de propios, está debiendo casi el total importe de personal de facultativos, una cantidad bastante importante á los Sres. Curas y Maestros de sus asignaciones durante la guerra, que con otros créditos pendientes se aproxima á ochenta mil reales, sus descubiertos, por lo que este Ayuntamiento y parte de su vecindario ha quedado reducido á la mayor indigencia.

Repetimos que todo lo relacionado, Exmo. Sor., es público; pero lo que no pertenece al dominio público, y que no descenderemos á exponer, son otros servicios prestados por los Ayuntamientos que ha habido durante la guerra y por varios vecinos; servicios que por favorecer tanto á la causa Nacional estamos seguros no olvidarán nunca los jefes de las fuerzas que han ocupado los puntos más próximos á esta, y especialmente los de las guarniciones de Herada, Comandante Capitán de Carabineros Don José Iglesias, y el de la plaza de Ramales Sor. Coronel Don José Marquez Gobernador militar, que fue también después de Valmaseda, y hasta el Exmo. Sor. Gral. Don Juan Villegas que mandaba la División de esta línea; cuyos jefes, por la calidad de sus cargos, que tanto tiempo obtuvieron, han podido formar juicio completo del comportamiento de este vecindario que tanto ha sufrido principalmente por su consecuencia á la justa causa; pudiendo asegurarse en exageración, que á esta Villa no le ha faltado más que una guarnición contante con la que gustosa este vecindario hubiera compartido los duros trances de las operaciones de la guerra.

Finalmente la prueba más concluyente en beneficio de esta población, y que, no dudamos en asegurar la ha favorecido por sus consecuencias para lo sucesivo, la vemos en lo que aconteció a la ocupación definitiva de Valmaseda por el tercer Cuerpo de Ejército, El General en Jefe de éste impuso, creemos en clase de castigo, una cantidad bastante importante de raciones á dicha Villa de Valmaseda y todo su partido; pero esta Villa de Lanestosa elevó una instancia al Excelentísimo Sor. Gral. Loma haciendo ver su comportamiento y los sacrificios que había experimentado por su adhesión a la causa legítima, y previo informe del Sr. Coronel Don José Márquez Gobernador a la sazón de Valmaseda, quedó libre de aquella contribución; excepción que entendemos, solo se hizo en favor de Portugalete y esta Villa. Este hecho es tan elocuente que por sí solo basta a formar completo juicio de la justicia de nuestra demanda.








(En construcción - Continuará).

domingo, 16 de febrero de 2020

Creencias y supersticiones.


Antiguamente existía la creencia en las brujas. Cuenta Vicente Rodríguez, que en su casa, de oído a sus padres, existían brujas. En ocasiones solían poner todas las escaleras de la casa llenas de ceniza, para ver si éstas pisaban y se veían las huellas. Por las noches subían al payo, escondiéndose en el tascón de la hierba, en espera de ver aparecer la bruja y dispararle con la escopeta.
Se ha tenido la creencia de que si e cárabo cantaba en la ventana de una casa, alguien fallecería al otro día. No era buena señal que el cárabo y la lechuza merodeasen juntas por los alrededores de una casa.
La comadreja era tenida como animal de mal agüero. El que se encontraba con ella tenía que matarla, pero si no lo conseguía, se tenía la creencia de que ésta se vengaba haciendo daño en los animales del establo. Para evitar su presencia y echarla de los portales y alrededores de las casas se acostumbraba a encender fuegos, echando cosas que producirían mal olor.
Podría decirse que la creencia más generalizada ha sido la coincidencia de los toques del reloj y las campanas de la iglesia de San Pedro. Si coincidían el toque de las horas del reloj con el toque de las campanas, este hecho presagiaba muerte segura. No en el día, sino en el período de los tres días siguientes.
Acerca de esta superstición existe el dicho que dice:
"Reloj y campana, muerte cercana o muerte en la cama".

"NOTAS PARA UN ESTUDIO ETNOGRÁFICO DE LA VILLA" por Miguel Sabino Díaz García.
Libro: LANESTOSA.- Diputación Foral de Bizkaia.- 1987. (pág. 353).

miércoles, 12 de febrero de 2020

El Batallón Infantil


Hasta el año 1930 y desde principios de siglo, en algunas fechas señaladas del año que por lo general coincidían con el curso escolar, el Batallón Infantil alegraba las calles de Lanestosa con sus desfiles.
Fundado por Gabuncio, un Teniente Coronel retirado, pasó posteriormente a cargo de Antonio Aramburu. Componían el Batallón alumnos de la escuela, en edades comprendidas entre los seis y doce años, llegando a tener en algunas ocasiones hasta 70 componentes. Desfilaban uniformados con traje kaki y gorra de plato, con su debido correaje, portando fusiles de madera, imitación a los verdaderos, al paso marcial marcado por cornetas y tambores que tocaban los mismos niños. En los años finales a su existencia el uniforme variaba, ya que por motivos económicos, la indumentaria fue camisa blanca y pantalón oscuro.
Iniciaban su actuación con un desfile por la mayoría de las calles de la Villa, ejecutando movimientos marciales con los fusiles en la plaza ante el deleite de sus habitantes.

"NOTAS PARA UN ESTUDIO ETNOGRÁFICO DE LA VILLA" por Miguel Sabino Díaz García.
Libro: LANESTOSA.- Diputación Foral de Bizkaia.- 1987. (pág. 363).

(Fotografía: año 1925).

(En construcción - Continuará).