domingo, 16 de febrero de 2020

Creencias y supersticiones.


Antiguamente existía la creencia en las brujas. Cuenta Vicente Rodríguez, que en su casa, de oído a sus padres, existían brujas. En ocasiones solían poner todas las escaleras de la casa llenas de ceniza, para ver si éstas pisaban y se veían las huellas. Por las noches subían al payo, escondiéndose en el tascón de la hierba, en espera de ver aparecer la bruja y dispararle con la escopeta.
Se ha tenido la creencia de que si e cárabo cantaba en la ventana de una casa, alguien fallecería al otro día. No era buena señal que el cárabo y la lechuza merodeasen juntas por los alrededores de una casa.
La comadreja era tenida como animal de mal agüero. El que se encontraba con ella tenía que matarla, pero si no lo conseguía, se tenía la creencia de que ésta se vengaba haciendo daño en los animales del establo. Para evitar su presencia y echarla de los portales y alrededores de las casas se acostumbraba a encender fuegos, echando cosas que producirían mal olor.
Podría decirse que la creencia más generalizada ha sido la coincidencia de los toques del reloj y las campanas de la iglesia de San Pedro. Si coincidían el toque de las horas del reloj con el toque de las campanas, este hecho presagiaba muerte segura. No en el día, sino en el período de los tres días siguientes.
Acerca de esta superstición existe el dicho que dice:
"Reloj y campana, muerte cercana o muerte en la cama".

"NOTAS PARA UN ESTUDIO ETNOGRÁFICO DE LA VILLA" por Miguel Sabino Díaz García.
Libro: LANESTOSA.- Diputación Foral de Bizkaia.- 1987. (pág. 353).

miércoles, 12 de febrero de 2020

El Batallón Infantil


Hasta el año 1930 y desde principios de siglo, en algunas fechas señaladas del año que por lo general coincidían con el curso escolar, el Batallón Infantil alegraba las calles de Lanestosa con sus desfiles.
Fundado por Gabuncio, un Teniente Coronel retirado, pasó posteriormente a cargo de Antonio Aramburu. Componían el Batallón alumnos de la escuela, en edades comprendidas entre los seis y doce años, llegando a tener en algunas ocasiones hasta 70 componentes. Desfilaban uniformados con traje kaki y gorra de plato, con su debido correaje, portando fusiles de madera, imitación a los verdaderos, al paso marcial marcado por cornetas y tambores que tocaban los mismos niños. En los años finales a su existencia el uniforme variaba, ya que por motivos económicos, la indumentaria fue camisa blanca y pantalón oscuro.
Iniciaban su actuación con un desfile por la mayoría de las calles de la Villa, ejecutando movimientos marciales con los fusiles en la plaza ante el deleite de sus habitantes.

"NOTAS PARA UN ESTUDIO ETNOGRÁFICO DE LA VILLA" por Miguel Sabino Díaz García.
Libro: LANESTOSA.- Diputación Foral de Bizkaia.- 1987. (pág. 363).

(Fotografía: año 1925).

(En construcción - Continuará).